Thomas Mann, la nobleza de espíritu y el arte como consuelo. Entrevista con Rob Riemen

El intelectual Rob Riemen (Países Bajos, 1962) ha estudiado ampliamente el concepto 'Adel des Geistes', nobleza de espíritu, propagado por Thomas Mann. En 'Nobleza de espíritu. Una idea olvidada' (Taurus, 2016) y en 'Para combatir esta era. Consideraciones urgentes sobre el fascismo y el humanismo' (Taurus, 2017), Riemen -ensayista, fundador y presidente del Nexus Institute, foro independiente e internacional creado para fomentar el debate filosófico y cultural y la reflexión intelectual sobre teas globales -destaca la figura de Thomas Mann (Lübeck, 1875 - Zúrich, 1955). En esta entrevista, el escritor neerlandés ahonda en el pensamiento del autor de 'Los Buddenbrook'
– ¿Cómo distingues a Thomas Mann como el último representante de un humanismo distintivo, idea que George Steiner suscribe en el prólogo a Nobleza de espíritu. Una idea olvidada?

– Pienso en el humanismo de Thomas Mann como una compleja noción de valores. Involucran una familiaridad con la potencia del espíritu humano. Su manifestación siempre es doble: frente al sufrimiento íntimo, personal; y frente a la perenne representación de la brutalidad en la Historia, con mayúscula. Es una correlación indeleble.

– ¿Mientras aguardabas la cena con Elisabeth Mann Borgese –hija de Thomas Mann y la mujer a la que se debe en parte la existencia de Nobleza de espíritu. Una idea olvidada– en el River Café, qué recuerdos te asaltaban?

– Pensaba en una conversación excepcional con una vieja amiga. Cuando me preguntan sobre ella suelo decir: “Hija pequeña y ojo derecho del gran escritor Thomas Mann.” Pero en realidad la recuerdo como la mujer que decidió ponerse al servicio de una meta muy noble: luchar contra las amenazas que sufre el medio ambiente. Recuerdo, también, su cercanía a Wystan Hugh Auden, Albert Einstein, Indira Gandhi, Vladimir Horowitz, Robert Hutchins, Agnes Meyer, Jawaharlal Nehru, Roger Sessions, Ignazio Silone y Bruno Walter. Cuando la conocí tenía ochenta años y vivía en Halifax. Pienso en mi ensayo “El reto de Thomas Mann”, publicado con motivo del discurso que había articulado Mann Borgese en el marco de la Conferencia Nexus, como homenaje a lo que había aprendido de su padre.

– ¿Qué opinas de Adel des Geistes. Sechzehn Versuche zum Problem der Humanität [Nobleza de espíritu. Dieciséis ensayos sobre el problema de la humanidad], libro en el que Thomas Mann reunió los ensayos que había escrito sobre los libros que lo influyeron?

– Cervantes, Fontane, Freud, Goethe, Lessing, Nietzsche, Schopenhauer y Tolstói son escritores abordados en la antología personal. Era 1945. El libro condensa amargura en estado puro. Desde entonces el concepto de nobleza de espíritu cayó en el olvido.

– ¿De qué manera percibes el tiempo tras la lectura de “Lob der Vergänglichkeit” [“Elogio de lo efímero”], ensayo publicado por Mann tres años antes de su muerte?

– El tiempo es el espacio en el que uno anhela armonizar para transformarse en la persona que cree que debería ser. En ese ensayo Mann expone los porqués de su respeto y de su admiración por el tiempo. Suscribo su planteamiento: el tiempo es un obsequio que merece ser tratado con decoro, ya que nos da la oportunidad de desarrollar nuestros talentos. Se refería al artista, individuo capaz de extraer lo perpetuo de lo fugaz.

– Al saber que la lectura de los cuentos de Chéjov reafirmó a Mann en sus convicciones –el arte, la belleza y los relatos sólo contribuyen a liberar al humano de la angustia–, ¿qué pensaste sobre el devenir de la creación artística y del pensamiento?

– Que ni siquiera el arte puede salvar al ser humano. El arte no es poder, sino consuelo. Lo sabía perfectamente Thomas Mann, quien albergaba la esperanza de que su obra ofreciera a sus lectores algún tipo de consuelo.

– ¿Qué piensas hoy sobre “Cuarta lección. Thomas Mann”, incluida en Para combatir esta era: “Ninguna conferencia, medida técnica, institución jurídica, ni idea de gobierno mundial lograrán avanzar ni un ápice en dirección a un nuevo orden social sin que se desarrolle antes un clima espiritual alternativo, una nueva sensibilidad hacia la nobleza de espíritu”?

– Que no aprendimos esta lección. Por ello ya ha sido olvidada, como reza el subtítulo de Nobleza de espíritu. Thomas Mann, José Ortega y Gasset y Paul Valéry indicaron que Europa pasaría por una crisis de la civilización incitada por la pérdida de valores espirituales.

– ¿De qué manera percibes la crisis moral, la progresiva simplificación de la sociedad occidental y los otros signos: la crisis económica, la ruina de la educación, la crisis de identidad y la embestida y el miedo crecientes a la libertad, temas explorados en Para combatir esta era…?

– Esta crisis de la civilización es la auténtica amenaza a nuestros valores esenciales, que debemos resguardar para continuar existiendo como una sociedad civilizada. Mann confirmó que los signos que mencionaste son consecuencias de la crisis moral.

(Alejandro García Abreu, traducción de Álvaro García, La Jornada Semanal, La Jornada)