Corrida vegana y toros sin toros (Alberto Pradilla)

Debatir sobre el futuro de los toros en Iruñea es una asignatura pendiente. Y la discusión solo tiene un final razonable: dentro de unos años recordaremos la lidia de toros como el circo romano

Primera vez que se suspende la corrida de toros de San Fermín en los últimos 20 años. En la plaza, tercio de entrada a ojo de buen cubero. Y lo dice alguien con dos botellas de blanco y media garrafa de sangría en el cuerpo. Llueve a mares. Los irreductibles de andanada sol vociferamos «sí se puede» como terapia. Neptuno ha impuesto sus condiciones a los adoradores de Baco y ni siquiera el santo moreno, que todo lo puede, ha podido sacar su paraguas. No importa que caigan pozales del cielo, cientos de personas seguimos ahí, irreductibles, ebrias, desafiantes, entusiastas, mojadas pero entregadas. «Aquí no hace falta cama, aquí nadie va a dormir».

Un hecho inapelable: los incasables del tendido están dispuestos a quedarse allí al margen del menú que se ofrezca. ¿Quiere decir que eso explica todo el fenómeno de los toros en Iruñea? No. Es una parte. Tengo un colega que siempre decía que estar en la plaza era como ser parte del coliseo romano hace dos mil años. «A mí matar cristianos me parece mal, pero vengo por la merienda».

Siempre se ha dicho que los toros en Iruñea desaparecerán en el momento en el que las peñas organicen la merienda en otro lugar. Ayer pudo ser una primera experiencia. Durante al menos tres horas, cientos de personas bebieron, cantaron, vociferaron, sanferminearon, tomaron parte en la corrida de toros sin toros.
Si la convocatoria hubiese sido en el Arga hubiese pasado desapercebida. Pero no fue una protesta, sino un baño de realidad que abre posibilidades. Cientos de personas estaban entregadas, vociferando, cantando, bebiendo, disfrutando, como si hubiese una corrida de toros pero sin la necesidad de matar a un pobre animal. Un sucedáneo de lidia, algo así como un txuletón vegano, como una cerveza sin alcohol, pero con esa pasión sanferminera que te hace mirar a tu alrededor y gritar «no hay nada mejor que esto en la vida».

Debatir sobre el futuro de los toros en Iruñea es una asignatura pendiente. Y la discusión solamente tiene un final razonable: dentro de unos años recordaremos la lidia de toros como el circo romano. La lluvia de ayer nos permitió ver el coliseo en un escenario futuro: los mismos borrachos de siempre, las mismas canciones de siempre, las mismas garrafas de siempre, pero sin matar a un animal.

(Gara)