Tarados purpurados (Iñigo Landa)

¿Qué hacemos con esta gentuza? Y me dirán «¿Ya estás insultando?» Y responderé que a ver si no es ése purpurado quién insulta a nuestra inteligencia.

El caso es que el arzobispo de Burgos se ha despachado a gusto y considera que las víctimas de violación deben defender su castidad hasta morir. Así, sin anestesia.

En estos momentos de especial sensibilidad de la Opinión Pública hacia las agresiones sexuales hacia las mujeres por la proliferación de informaciones relacionadas con «manadas» de violadores que atacan en grupo a sus víctimas es inconcebible la postura de algunos altos cargos de la Iglesia como es el caso del arzobispo de Burgos, Fidel Herráez Vegas.
El citado defendió que las víctimas de agresiones sexuales deben anteponer la defensa de su castidad a su propia vida a través de una carta en la que ensalzaba la figura de Marta Obregón, «cuya vida y cuya muerte conviene rescatar como modelo para nuestra juventud«.

«Marta Obregón fue una joven cristiana que, en los años 90, quiso vivir coherentemente su fe hasta derramar su sangre«, escribió Herráez en una carta publicada en 2017 que aún hoy puede leerse en la web de la Archidiócesis de Burgos y que forma parte de la documentación remitida al Vaticano en el marco del proceso de petición de beatificación que tiene lugar en la actualidad.

«Marta también es un estímulo para vivir todas las virtudes cristianas que ella fue descubriendo: la alegría, el servicio, la entrega… Pero, en especial, la grandeza de la castidad, como se hace visible cuando resiste y lucha hasta morir asesinada por defenderla. Una virtud hoy poco valorada, que nos ayuda a orientar el amor y la entrega hacia su plenitud y belleza más singular«, escribió éste tarado y retrógrado con galones de arzobispo en relación a la joven que murió violada y asesinada a puñaladas tras ser secuestrada con 22 años por Pedro Luis Gallego, el ‘violador del ascensor’.

Podré parecer lo que quieran pero pienso que la pena es que la bestia de Pedro Luis no coincidiera con el arzobispo Herráez en un ascensor. Como suena. Al igual que él, otros también podemos escribir sin anestesia.

(El rincón del protestón, Deia)