75 años del Samudaripen, el genocidio gitano en Europa

Persecución contra el pueblo gitano

Una reciente investigación ha concluido que entre 4.200 y 4.400 personas gitanas murieron en cámaras de gas en la operación de liquidación de la zona reservada a familias de esa etnia en Auschwitz. Ayer se cumplieron 75 años de aquella masacre


Samudaripen o Porrajmos son los dos términos que habitualmente se emplean para denominar el genocidio al que fue sometida la población gitana europea durante el régimen nazi (1933-1945) y que se extendió por veinte países de todo el continente. La población romaní, junto con la judía, fueron los dos grupos étnicos que sufrieron el genocidio durante el nazismo tanto en Alemania como en los países que formaron parte del Eje, sus socios y gobiernos colaboracionistas.

El genocidio gitano, el Samudaripen, no comenzó con la Segunda Guerra Mundial, sino que la persecución contra esta etnia, tanto en Alemania como en el resto de países de la Europa Central y Occidental tiene una larga historia que se ha ido plasmando en el imaginario colectivo y también en las leyes. En el caso del Estado español, por ejemplo, son más de 230 leyes antigitanas las que lo han sustentado.

En la actualidad, según los estudios más recientes de la Agencia Europea de Derechos Fundamentales, el antigitanismo es la forma de racismo más prevalente en todos los estados de la Unión Europea y, además, el más aceptado socialmente.
Con ascenso al poder del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán y el nombramiento de Adolf Hitler como canciller en 1933, el destino de la población gitana Sinti –como se denominan a sí mismas estas personas– se encaminó directamente al exterminio. Así, en 1935, con la promulgación de las leyes de ciudadanía del Reich y para la protección de la sangre y el honor alemanes –las leyes de Nuremberg–, se despojó a la población Sinti, clasificada como una raza inferior, de la ciudadanía y del derecho al voto. Esas leyes pretendían la conservación de la pureza racial alemana y, para ello, prohibían los matrimonios entre personas arias y no arias. Los criterios para establecer qué personas eran consideradas gitanas eran, además, más estrictos que para los judíos.

- A campos de concentración.

Ya en junio de 1938, unos 700 hombres gitanos fueron enviados a los campos de concentración de Dachau, Buchenwald, Sachsenhausen y Lichtenburg en el marco de la llamada Aktion Arbeitsscheu Reich (Acción contra los vagos). En esos y otros campos fueron sometidos a trabajos forzados.

A partir de 1940, las personas romaníes de Alemania y Austria fueron deportadas a la Polonia ocupada y alojadas en los guetos judíos que se iban vaciando. La primera deportación, en mayo del citado año, afectó a unas 2.500 personas.

La ejecución sistemática de personas gitanas empezó en el verano de 1941. Durante el asalto de las tropas nazis contra la URSS, miles de gitanos y gitanas fueron víctimas de ejecuciones en masa por parte de los Einsatzgruppen (grupos operativos) de las SS.

Aunque no hay cifras exactas, se calcula que estos comandos de la muerte mataron a unas 100.000 personas gitanas tanto en la URSS como en Polonia y otros territorios ocupados de Europa del Este y los Balcanes.

Otro componente de la política de extinción de la población gitana fue la esterilización forzada, tanto dentro de los campos de concentración como en hospitales externos, de manera que el 94% de las personas esterilizadas forzosamente –a menudo sin anestesia– en el periodo nazi fueron gitanas.

- Hasta 1.500.000 víctimas.

«La repetida cifra de 500.000 muertes gitanas durante el Porrajmos se ha convertido en una convención», afirma Ian Hancock, profesor emérito de la Universidad de Texas, que señala que, probablemente, la cifra asciende al doble o al triple, es decir, que hasta 1.500.000 personas podrían haber sido ejecutadas durante el Samudaripen.

Aún no hay un listado de víctimas gitanas. Solo listas parciales y no en todos los campos de concentración o exterminio. Tampoco hay voluntad política de promover la investigación que haga posible aflorar las verdaderas dimensiones de este genocidio.

Aunque hace algunos años que el Consejo Estatal del Pueblo Gitano, auspiciado por el Ministerio de Igualdad, celebra un acto en recuerdo de las víctimas del Samudaripen, el Estado español aún no ha reconocido oficialmente que la población romaní fue víctima del genocidio por parte de los nazis.

- La maquinaria del exterminio.

Aunque Auschwitz fue el peor de los campos de exterminio, hubo otros: Belzec, Chelmno, Jasenovac, Sobibor, Treblinka, Sachsenhausen, Buchenwald, Flossenbürg... Hubo personas gitanas en todos los campos de concentración y algunos de ellos se crearon específicamente para albergar a personas de esta etnia.

En diciembre de 1942, el Gobierno alemán decretó que la población gitana debía ser encarcelada en campos de concentración y Auschwitz fue el campo elegido como prioritario. Familias enteras fueron deportadas y recluidas en el denominado Familienzigeunerlager, que comprendía 32 barracones.

Además de la masificación, las condiciones higiénicas eran desastrosas: no había suficiente agua y las alcantarillas no funcionaban correctamente. Solo había lavabos en dos barracones, retretes en otros dos y era un único el que tenía duchas, donde las personas prisioneras se desinfectaban y les cortaban el pelo.

Entre el 26 de febrero de 1943 y el 21 de julio de 1944, un total de 23.000 personas gitanas estuvieron prisioneras en el campo gitano de Auschwitz. De ellas, 20.967 murieron a consecuencia del cautiverio. Esta cifra no incluye a unas 1.700 personas Rroma capturadas en Bialystok (Polonia), que no fueron inscritas en los registros. ante las sospechas de que fueran portadoras del tifus, todas estas personas murieron en la cámara de gas.

Las enfermedades mataron a la mayoría. Los niños y niñas padecieron especialmente y, tristemente, muchos de ellos fueron objeto de los criminales experimentos del abominable Josef Mengele.

El 15 de mayo de 1944, el SS-Unterscharführer (comandante del Zigeunerlager) dio la orden de que las personas internas en ese área permanecieran en sus barracones. Al día siguiente, entre 50 y 60 hombres de las SS los rodearon. Intentaron sacar a los prisioneros, pero no lo consiguieron. Habían sido advertidos por la resistencia interna y se atrincheraron procurándose herramientas y palos que les sirvieran para hacer frente a aquellos malditos y vender cara sus vidas. Aquella insurrección es recordada como el Día de la Resistencia Romaní.

La liquidación del Zigeunerlager tuvo lugar la noche del 2 al 3 de agosto de 1994 por mandato de Heinrich Himmler, jefe de las SS. A pesar de la resistencia, entre 4.200 y 4.400 personas gitanas de todas las edades fueron cargadas en camiones, llevadas a la cámara de gas y exterminadas, según ha demostrado el reciente estudio del Centro de Investigación de Auschwitz.

Cuando el 27 de enero de 1945 las tropas soviéticas liberaron el campo de exterminio, en Auschwitz no quedaba, entre los 7.000 supervivientes, ninguna persona gitana.

Al término de la guerra, las personas gitanas supervivientes tuvieron que enfrentarse a los mismos prejuicios antigitanos. Hasta los años 70 no pudo organizarse un movimiento gitano europeo que recabase la atención de la opinión pública. La mayor parte de las personas supervivientes han fallecido sin haber recibido nunca justicia.

Desde 1994, las organizaciones gitanas, sobre todo de Polonia, conmemoran cada 2 de agosto el Día en Memoria del Samudaripen. Esta reivindicación fue finalmente asumida por el Parlamento Europeo, que en abril de 2015 aprobó una resolución declarando ese día como Día Europeo en Memoria de las Víctimas el Samudaripen.

A pesar de este aparente cambio, el antigitanismo sigue golpeando duramente en nuestros días, como demuestran las declaraciones y actuaciones de gobiernos y mandatarios de distintos países europeos.

Por ello, la comunidad gitana urge a exigir a los gobiernos a incluir el antigitanismo entre sus prioridades a la vez que se pide tomar conciencia de la gravedad que conlleva consentir que ese siga siendo el racismo socialmente más permitido.

(Gara)