Las mujeres de los genios (Mònica Planas)

Periodista

En la plataforma Amazon Prime se puede encontrar una serie producida por National Geographic que cada temporada profundiza en la biografía de grandes celebridades mundiales: Genius. De momento hay una dedicada a Albert Einstein (interpretado por Geoffrey Rush) y otra dedicada a Pablo Picasso (con Antonio Banderas haciendo del pintor). La primera está mejor que la segunda, y no sólo porque la genialidad del protagonista quede más bien justificada: narrativamente hay más conflictos y resulta algo más trepidante. Es una serie bien hecha en cuanto al rigor histórico, y se documenta en las biografías más acreditadas. Televisivamente juega a crear imágenes y escenas que reproducen fotografías de archivo. Son hábiles también a la hora de no limitarse al protagonista sino a todo tipo de celebridades coetáneas con quien se relacionó, de modo que se produce, más allá del relato biográfico, una perspectiva histórica más global. En el caso de Einstein, descubrimos a otros científicos relevantes y sus descubrimientos, y la forma en que influyeron en los progresos del maestro de la física. Con Picasso, por ejemplo, retrata la Barcelona en la que se formó inicialmente como artista y el ambiente del local barcelonés Els Quatre Gats, incluyendo a toda una generación de pintores modernistas catalanes (que seguramente darían para otra serie). Más allá de alguna licencia visual -como querernos hacer pasar la fachada del Palau de la Generalitat por la de la Academia de las Artes de Madrid-, el cuidado por la fidelidad histórica y los detalles es loable.

Ambas temporadas de Genius tienen en común un elemento muy destacable: la relación de estos genios con las mujeres. Por el peso que tiene en el guión y en la construcción de la historia, parece haber sido un hecho decisivo a la hora de despertar el interés televisivo. Tanto Einstein como Picasso fueron unos genios, pero atormentaron a las mujeres con las que convivieron o mantuvieron relaciones (que no fueron pocas): las engañaron, se aprovecharon de ellas, las menospreciaron e incluso las maltrataron a pesar de haber sido, en la mayoría de casos, personas clave y determinantes en su trayectoria personal y profesional. Es desesperante ver, a lo largo de las dos temporadas, como mujeres con talento sacrificaron sus carreras para estar al servicio de los hombres que querían, y como ellos las despreciaron, no sólo a nivel personal sino también minimizando su dimensión profesional. Se aprovecharon de los conocimientos y el trabajo de ellas pero nunca las reconocieron por sus méritos.
Como espectador, este paralelismo entre las dos biografías acaba llevándote a reflexionar sobre si el egoísmo, el egocentrismo, el individualismo, la competitividad y la depredación sexual son inherentes a la genialidad y al éxito masculino. En cualquier caso, es significativo que, a la hora de abordar la biografía de un genio, la mejor manera de retratarlo sea a través de sus mujeres.

(Ara)